18 jul 2008

NO NOS OLVIDEMOS DE JOSÉ COUSO



Pensé inaugurar este blog haciendo memoria. Un gesto que me conduce a muchos sitios, el primero de ellos me lleva a José Couso.
En abril de 2003, escribí el siguiente artículo para la revista El Punt del SPIB, España.

Hoy lo he vuelvo a leer… Y parece mentira (mi parte ingenua es la que se sorprende), pero después de cinco años, nada, NADA, ha cambiado.


TODOS SOMOS COUSO

La historia se inicia como mirada, como un testimonio que declara, primero en silencio, aquello que se experimenta en primera o en tercera persona. Iraq, hoy, sin adjetivos, es testimonio de la fuerza que emerge de la unión entre el cinismo y la ambición mesiánica puesta en movimiento. Lo demás, es apenas una muestra de lo que ese mecanismo puede lograr. Debajo y por encima de las bombas: el silencio. Una de las aristas más escabrosas del movimiento, porque enmascara un número plural de factores ambivalentes de la realidad. Los asesinatos, la censura, la inversión terminológica del lenguaje, la represión policial, la manipulación a todo los niveles... Porque no es lo mismo hablar de guerra que de invasión, de liberación que de colonización, de número de muertes que de crímenes, de objetividad que objetivación periodística... De allí que escuchemos frases como "nosotros no hemos votado sí a ninguna guerra, nosotros hemos votado el camino más corto hacia la paz" (G. Aristegui 1.4.03). Engaños dialécticos, mentiras amorfas que invierte el silencio en denuncia, la confusión en manifestaciones multitudinarias alrededor del mundo con una única consigna: Paz, y la puesta en escena, ante la opinión pública, de la situación de inseguridad laboral que afecta a los profesionales del periodismo. A los silencios y las cegueras forzadas de redactores y cámaras por causa de presiones políticas, se suma la precariedad de las condiciones de trabajo. En este sentido, la FeSP denuncia que Julio A. Parrado y José Couso no son casos aislados sino que un 47 % de periodistas en España trabajan en igual o peores condiciones. Recordemos que Julio A. Parrado no pertenecía a la plantilla de El Mundo, ni José Couso a Telecinco, quien filmaba con una cámara propia, puesto que esa cadena de televisión sólo contrataba sus servicios como autónomo.

Iraq, hoy, aparece en el mapa bajo una trama de conspiraciones, incertidumbre y dolor. Nos golpea en la conciencia, sin buscarlo, para definir, superados los silencios, nuestra propia mirada de la historia.